BASKETZARAGOZA.NET El Real Madrid ha vuelto a inscribir su nombre en el palmarés de la Supercopa Endesa, 27 años después de su triunfo en Alcora, en la edición de 1985. Y lo logró con un Rudy Fernández que volvió a saludar a la competición ACB a lo grande, en Zaragoza, con el traje de estrella, de MVP Orange, de referente y líder de un Real Madrid al que dará y ya está dando alegrías.

La puesta en escena del Real Madrid fue primorosa, con el trío Rudy Fernández-Sergio Llull-Nikola Mirotic dominando y un baloncesto ofensivo y prodigioso. Solo la solidez interior deTomic y los puntos de Rabaseda dejaron con vida al que defendía el título, que se vio muy pronto a remolque (23-30, m.10). La aportación de Carroll y la conexión de Rodríguez con Fernándezpuso la máxima en el marcador (29-40, m.15), aunque en ese momento el Barça Regal tiró de orgullo para remontar gracias a la velocidad de Ingles y a la energía interior de Jawai.
Juntos, cambiaron completamente el escenario del partido al descanso e incluso el Barça Regal llegó a empatar a 46 nada más comenzar el tercer periodo. En ese momento, un 0-10 del Real Madrid volvió a darle la iniciativa del partido a los de Laso. Ya jamás la perderían (56-65, m.30). En el último cuarto, los puntos de Mirotic, Carroll y los de un Rudy Fernández que acabó sonriendo con su propia exhibición, dictaron sentencia, dándole al Real Madrid su anhelada Supercopa Endesa.

Algo más que un triángulo
Tanto tiempo hablando de cambio de ciclo sin darnos cuenta de que ya ha cambiado. Y no, un ciclo positivo no significa uno malo del rival necesariamente, sino simplemente acceder a un nuevo nivel, ese en el que las ilusiones, la confianza y el propio baloncesto se multiplican hasta el infinito. Parece imposible ver el primer cuarto del Real Madrid y no pensar que es otro equipo, que es mejor, que ha vuelto vestirse de sí mismo. 
Con un inicio frenético, generoso por parte de ambos contendientes, brillante en el fondo y en la forma, el Real Madrid marcó pronto el ritmo pese a la canasta inicial de Lorbek. Un par de triples de Rudy Fernández, con el modo letal activado, y otros 5 puntos de su escudero Llull, impulsaron al conjunto blanco en solo tres minutos: 6-11.
Pero en el Barça Regal estaba Tomic. El croata, otrora ídolo y referente madridista, se sentía inmenso frente a su ex. Nadie podría toserle en la zona. Mandó al banquillo a Slaughter por las faltas personales, capturó 2 rebotes en ataque que transformó en canastas y mantuvo a su Barça Regal en el partido con su sola presencia. La superioridad en el rebote le daba alas al conjunto catalán, que se ponía a un solo punto tras triple de Rabaseda: 14-15, m.8.
Un tercero en discordia entró en escena sin llamar a la puerta. El tercer vértice del triángulo mágico blanco, Nikola Mirotic prolongó su dulce momento de juego, sumando 7 puntos consecutivos como aperitivo a la apoteósica traca final del cuarto. Llull estiró esa dinámica (16-22, m.9), con todos los puntos hasta ese momento conseguidos por “los tres fantásticos”. 
Tuvo que ser Carroll el que acabase con ese dominio de los tres que duró casi nueve minutos. Y de qué forma. Un triple y una penetración alejaban al Real Madrid en el marcador, aunque entreRabaseda y Wallace salvaban la situación. Lo que nadie ya imaginó es que Reyes acabaría uniéndose a la fiesta de forma muy cinematográfica, con triple lateral sobre la bocina para redondear el colosal cuarto madridista: 23-30.

El orgullo de Ingles, el orgullo del Barça Regal
Los intentos de remontada barcelonistas parecían demasiado tímidos. Un triple de Rabaseda, haciendo por momentos de Navarro, un 2+1 de Jawai… y nada más. En el bando contrario,Sergio Rodríguez se sentía feliz en cada carrera, Rudy Fernández martilleaba el aro rival progresivamente y, entre ambos, inventaron una jugada de fantasía, con Rodríguez asistiendo sin mirar, Rudy tocando para Begic y Mirza colgándose, en una triangulación de ensueño que le daba la máxima a su equipo en el ecuador del periodo: 29-40.
El Barça Regal no está acostumbrado a ir a remolque. Lleva años dominando cada partido desde el inicio, con muy contadas ocasiones, y no es tan sencillo saber devolver tan bien los golpes de un rival que lo está bordando. Empero, un campeón siempre responde. Siempre. Nadie llega a once finales ACB consecutivas por casualidad. Nadie gana títulos como el que hace churros si no hay fuerza mental detrás de la técnica.
Por eso, a nadie le sorprendió la muestra de orgullo del rey de la Supercopa, que se puso de pie gracias a Jawai, caminó por culpa de Lorbek y empezó a correr de la mano de Ingles. El australiano fue el auténtico factor diferencial barcelonista. A cada rebote, un esprint. A cada oportunidad, un tiro. A cada problema, una solución. Un contraataque y un triple del australiano cambiaron el escenario del encuentro (39-44, m.18), y, pese a la solidez de Reyes en la zona, el Barça Regal empezó a elevar su nivel defensivo –lo que desquició a su rival, empecinado en la carrera- y a creer en sí mismo. Y eso suele ser el fin del sueño para cualquier rival. Para casi cualquiera.
Nathan Jawai impresiona por su físico, pero aún más por su baloncesto, muy diferente al que sus kilos pueden hacer imaginar. Con confianza y minutos, el pívot es siempre una constante. Suyo fue el mate que más hizo vibrar a la afición barcelonista, volando muy por encima de los 3,05 y quitándose la espina tras haber fallado un mate similar minutos antes. 
Mientras tanto, Ingles, a su bola, seguía corriendo, dejando la desventaja blaugrana en su mínima expresión (43-44), con el Real Madrid pidiendo la hora y practicamente consolándose con el bocinazo final. Y es que Lorbek y Huertas incluso estuvieron a punto de borrar todos los méritos madridistas durante 20 minutos y dejar a su Barça Regal por delante. Sus tiros jamás encontraron destino.

Otro 0-10 decisivo
Estaba en estado de gracia. Poseído por la inspiración, valiente, descartado, heroico. La estrella de una película que que parecía admitirle exclusivamente como secundario. ¿Secundario yo? Ahí va ese triple. Y lo anotó, claro. Joe Ingles había conseguido su objetivo, empatando a 46 puntos. Habían pasado 22 minutos pero el partido comenzaba en ese momento. 
Quién iba a imaginar entonces que el Real Madrid, lejos de venirse abajo por haber perdido su renta, volvería a demarrar, como si de un ciclista se tratase, y hubiera esperado a su rival en la cuesta para volver a soltarle con más fuerza que nunca. Y en ese despegue, además de la parejaRudy-Llull, mucho tuvo que ver Slaughter, cuya importancia va mucho más allá de los mates. Contuvo al huracán Jawai, se sacó dos encestes valiosísimos de la nada y le dio la brújula a un equipo que parecía perdido. Suárez, con dos tiros libres, volvía a abrir brecha: 46-56 (m.26). Como contra el CAI Zaragoza, un 0-10 volvía a resultar fundamental.
A partir de ahí, la locura. El partido, como en su arranque, se volvió incontenible, indefinible, maravilloso. Electricidad de un parte a otra de la pista, canastas de todos los colores. Jawaivolando, Rudy dejando bombas, Lorbek y Rabaseda acertados desde el triple y Carrollsaludando cada poco tiempo a la red.
La dinámica, parecía obvio, favorecía al que mandaba, que firmaría con sangre si hiciera falta ese intercambio de méritos hasta el final, con tal de proclamarse campeón. El robo y mate final deRudy Fernández sería el último golpe en la mesa en el cuarto de un Real Madrid al que haría falta mucho más que el trío Jawai-Rabaseda-Ingles para superarle.

Rudy ha vuelto
“Quiero sumar este título en el palmarés del Real Madrid”, decía Llull antes de la Supercopa Endesa. “El Real Madrid quiere estrenarse en la Supercopa Endesa”, escribían los medios, ignorando que una vez el conjunto blanco ya fue campeón, allá cuando solo Jaycee Carroll, Dontaye Draper y Felipe Reyes habían nacido, en febrero de 1985. 
El espíritu de Alcora volvió al Príncipe Felipe, allá donde el Real Madrid se puso el traje de rey de Europa en 1995, el mismo lugar donde Sergio Rodríguez, Carlos Suárez y Sergio Llull hacían diabluras con España en el Europeo Junior de 2004. El propio Suárez empezaba a sentirse ganador cuando, tras un 2+1 que establecía la máxima al inicio del último cuarto (56-68, m.31) lanzaba un beso a la grada.
Se sintió ganador Felipe Reyes, cuando penetró como un escolta para anotar. Se sintió ganadorMirotic, cuando volvía a elevar una máxima que creció como la espuma en el epílogo de la final, con otro triple con olor a sentencia (60-73, m.33). Mas la verdadera sentencia la firmó a falta de cinco minutos el ganador por antonomasia, un Rudy Fernández que anotó de tres mientras el árbitro señalando falta en otro lance de juego. Nada más sacar, sin dejar consumir la posesión,Carroll encestaba de tres para mandar al infierno cualquier tipo de emoción que pudiese quedar: 64-81.
De ahí al final, la fiesta blanca, de las que se recuerdan, de las que se disfrutan. Todas las espinas clavadas a la hoguera, todos los comentarios, los maleficios, los precedentes y las dudas, a arder con el partido, que echaba fuego gracias a Carroll y a un Rudy Fernández que, cuando el Barça Regal volvió a asomarse (75-85, m.37), anotó su enésimo triple sobre la bocina, sacó la lengua, sonrió y dio por concluida la final, que acabó coronando al cuadro blanco con un 84-95 final. Rudy Fernández ya está aquí. El Real Madrid… ya había llegado hace rato.

Fuente: Dani Barranquero / acb.com