Desde hace unos años, las señas de identidad del CAI Zaragoza sobre la cancha se han caracterizado por la intensidad defensiva y la alegría en ataque. La instauración de ese estilo coincidió con la llegada en 2009 de José Luis Abós. Perfeccionista, metódico, entusiasmado y vehemente pero a la vez afable y cercano, ese sello no podía pasar desapercibido y sin dejar huella en el equipo como reflejo de su personalidad. Los resultados no se hicieron esperar. Con el único objetivo de devolver al CAI Zaragoza a la ACB, desde su debut el 2 de octubre con una solvente victoria en casa frente al Tarragona, hasta la consumación de tan ansiada meta el 16 de abril, la huella de José Luis Abós comenzaba a calar hondo en un club que hizo suyo a base de méritos.

Formado en el zaragozano colegio La Salle Gran Vía, el mundo de la pelota naranja pronto llevó a Abós a ir creciendo. Helios, Boscos, El Olivar, así hasta recalar en el C.B. Zaragoza. Siete temporadas en su disciplina alumbraron dos campeonatos de España junior y un subcampeonato en tan solo tres años. Como mano derecha de Mario Pesquera y Alfred Julbe dio sus primeros pasos en ACB antes de emprender su camino en solitario en LEB de la mano de Cajabilbao y Breogán antes de vivir una experiencia muy enriquecedora como lo fue ser asistente en la NCAA de Dave Odom para la prestigiosa universidad de Wake Forest.

Con el calor del Meditarráneo, Mallorca, su segunda casa, le acogería en la temporada 2000-2001. Allí comenzó la fructífera relación con otro hombre de baloncesto y natural de otras islas. Tras un inciso de tres temporadas en Girona como asistente ACB, Drac Inca, de la mano de su alter ego en los despachos Willy Villar, le volvería a dar la confianza y la estabilidad que necesitaba para proyectarse como entrenador de elite. Tres campañas que le abrieron el camino y ponían fin al éxodo del entrenador zaragozano. La hora había llegado. El equipo de su tierra apostaba por él para regresar a la máxima competición nacional.

Tras el ascenso tocaba consolidarse, no solo el club en la ACB sino confirmarse él mismo como entrenador de primer nivel. Los caminos de CAI Zaragoza y José Luis Abós iban de la mano y el camino no había hecho más que comenzar. Las siguientes dos temporadas no solo sirvieron para mantener al club en la categoría, sino que el equipo, haciendo gala de un juego alegre y vistoso se permitió con descaro coquetear con los playoff pese a quedarse fuera en las últimas jornadas. No sería por mucho tiempo.

El arranque de la temporada 2012-2013 con la celebración de la Supercopa en el Príncipe Felipe no sería sino el augurio de los grandes tiempos que iba a traer esta relación. El 5 de enero, como regalo de Reyes, el equipo sacaba el billete para la primera Copa del Rey de su historia. Una experiencia única para un club tan joven como el Basket Zaragoza 2002 que peleó con el anfitrión Caja Laboral pagando su inexperiencia. Lo mejor, sin embargo, estaba por llegar. El 19 de abril Abós se convertía en centenario con su club, así como en el técnico que más había dirigido al conjunto rojillo, hechos que se iban a redondear con la entrada en playoff por la puerta grande. Con un histórico récord de 21 victorias y 13 derrotas con solo tres derrotas en el fortín del Príncipe Felipe, el CAI Zaragoza certificaba su mejor balance de la historia.

Pese a la euforia de la ciudad y la afición, Abós, siempre prudente sabía contagiar esa mesura y frialdad necesaria para emprender nuevas metas. Aún más tras el varapalo del primer partido en la Fonteta. Recuperar a un equipo tocado y herido. Canalizar todo ese dolor para levantarse y pasar de la peor anotación histórica del playoff al mayor espectáculo anotador jamás visto en la competición. Tres prórrogas y un marcador de escándalo invitaban a seguir soñando, pero siempre con la humildad de la que Abós hacía gala en su discurso.

Trabajo y humildad, dos ingredientes que propiciaron que solo dos días más tarde el CAI asaltara la Fuente de San Luis para convertirse en el primer debutante de la historia en llegar a las semifinales del playoff. El Madrid puso fin a una temporada histórica que además granjeó numerosas distinciones a uno de los artífices de tantas hazañas: Aragonés del año, Medalla de Santa Isabel de Portugal… La semilla de José Luis Abós seguía creciendo en las entrañas del club aragonés.

 

Sin embargo, el mayor premio para José Luis era ese que podía compartir con toda su ciudad, el orgullo de volver a pasear el nombre de Zaragoza por el continente europeo. El baloncesto sería su vehículo de nuevo tras casi dos décadas de vacío. Con la misma humildad y cercanía con la que compartía sus distinciones con el resto del cuerpo técnico y la plantilla del equipo, Abós, profeta en su tierra, encaraba una nueva e ilusionante temporada en la que pese a las dificultades que entrañaba compaginar la doble competición el equipo seguía cumpliendo objetivos.

Consumada la sufrida clasificación del equipo para el Last 32 de la Eurocup, febrero volvía a medir el orgullo y la ambición del CAI Zaragoza en la competición del K.O. De nuevo ante el anfitrión, el cruce no parecía el más favorable. Pero tras una primera parte con clara desventaja, Abós y sus chicos conseguían poner una nueva piedra en el camino de grandeza del club. Los rojillos apeaban a Unicaja de ‘su’ Copa haciendo aún más grande la lista de éxitos del modesto club aragonés. Tan solo unos meses más tarde, el entrenador sumaba otro galardón al recibir de manos de su amigo Pablo Laso el premio Gigante al Mejor Entrenador.

Con la Eurocup olvidada tras el fatídico último segundo frente al Besiktas, su característico “no mirar más allá del próximo partido” brindó nuevas alegrías en la Liga Endesa con una nueva clasificación para las eliminatorias por el título. Allí donde el Real Madrid puso fin a la temporada 2013/2014 del CAI Zaragoza, pero no al hambre de un club y un entrenador que revalidaban el sueño de estar en Europa y codeándose con los grandes de España. Porque gracias a José Luis Abós el CAI Zaragoza rebosa competitividad y espíritu. El espíritu de un "Zaragozano Ejemplar", de aquel joven de la Salle Gran Vía que creyó en el baloncesto, el espíritu de un club que apostó por un técnico de casa, el espíritu de un camino unidos que solo conoce éxitos y que no se puede concebir por separado. Porque José Luis Abós es el CAI Zaragoza y el CAI Zaragoza es José Luis Abós.