BASKETZARAGOZA.NET El júnior del CAI Zaragoza celebra su 18 cumpleaños con una de las mejores noticias deportivas posibles para él. El mallorquín completará el roster del primer equipo en la Copa del Rey de Gran Canaria y completará así su segunda participación en este torneo tras debutar la pasada campaña.

“Poder ir La Copa es el mejor regalo de cumpleaños. Estoy contento de volver a repetir. Será que algo me habré merecido para repetir o que el entrenador confía en mí. Es un premio para mí y ojalá podamos llegar lo más lejos posible”, comenta tras unir su mayoría de edad con su billete a Las Palmas.

Por eso y por su buena racha de juego y resultados reconoce que se encuentra en buen momento: "Quizá es un momento dulce dentro del club. No sé si por los números, por el trabajo... Yo intento jugar siempre al mismo nivel y no sé si es algo puntual, un buen momento en concreto o lo está siendo durante todo el año”, comenta con ilusión y modestia.

No obstante eso no es óbice para que se haya encontrado un camino difícil y plagado de sacrificios en el que reconoce ha habido dificultades, como es lógico: “Me ha costado poder jugar las tres competiciones –Júnior, EBA y ACB- porque no puedes jugar igual en las tres, son diferentes. No obstante intento dar el máximo en las tres. Pasar de jugar con gente de 16 años a más mayor, con más físico y con gente que ha jugado mucho a este deporte, perros viejos, cambia mucho pero estoy contento con mi juego y poco a poco iré mejorando”, asegura.

En su desarrollo dentro de la cancha, Sergi se queda con el nombre a su paisano: “Pedro Llompart, sin duda. Ha entendido mi situación porque él cuando era joven también salió de casa y no fue fácil, seguro”, reconoce el '5' del CAI Zaragoza y confiesa: “He intentado seguir sus consejos. A veces me lo ha puesto difícil para conseguir algo y agradezco su ayuda”, declaró.

“De todos los entrenadores intento sacar lo mejor” reconoce, pero sin embargo destaca a José Luis Abós, quien marcó su trayectoria al ser quien le dio la posibilidad de debutar en Liga Endesa con poco más de 16 años y posteriormente en Eurocup y la Copa del Rey de Málaga el año pasado: “Ha marcado mi etapa en Zaragoza y le estaré siempre muy agradecido por las oportunidades que me dio. Me enseñó mucho”, recuerda con emoción. 

Sobre el parqué su discurso cambia, pero no su seguridad y aplomo. “Lo que más me supone un esfuerzo ahora mismo es la dinámica de jugar en dos posiciones, pero ya me he habituado”, reconoce sobre el hecho de combinar los puestos de base y escolta tanto en el CAI como en El Olivar. Pero no solo eso: “Estar al cien por cien en las tres competiciones porque no es fácil y debes cuidarte mucho para el día a día”. Aunque su asignatura más dura la tiene clara: “Compaginar el colegio y el deporte. Intento encontrar tiempo para sacar las cosas adelante”, comenta.

Como hizo el equipo el pasado domingo en Murcia, una victoria que, como un miembro más de la primera plantilla, vivió con una inmensa alegría: “Fue quitarse la ansiedad. El equipo estaba entrenando a muy alto nivel y me parecía injusto que tanto esfuerzo no se viese reflejado en los partidos, me daba rabia, no se lo merecía”, reconoce.

Pero ha tenido que aprender las lecciones del alto nivel y las reconoce al instante: “Es un juego donde los dos equipos quieren ganar y si no estás al cien por cien los 40 minutos, lo acabas pagando. En Murcia hicimos un encuentro muy completo y merecimos la victoria”, sostiene.

Aparcada la Liga Endesa, piensa ya en ese torneo diferente, la Copa. Y el enfrentamiento contra el Real Madrid, ante el que debutó la pasada edición y para el que tiene clara cuál ha de ser la mentalidad: “Es un partido único. Quien juegue mejor los 40 minutos se llevará el triunfo. Da igual el nombre, el lugar de dónde seas, quién seas y lo que hayas conseguido antes”, expresa sin dudar.

Pero quien le conoce bien sabe que no se entendería su vida en Zaragoza sin Marc Martí y Simon Pursl, el triunvirato de juniors habituados a estar en dinámica del primer equipo. “Es muy fácil compartir la amistad con ellos. Somos más que dos simples compañeros de equipo. Compartimos la mayoría del día y en algunos momentos, como en toda familia, discutimos, pero luego compartimos muchas cosas. Es muy fácil”, insiste al tiempo que  reconoce que sus éxitos y sus penas van casi a partes iguales en esa relación. “Cuando a veces es otro quien va convocado te crea la sensación de rabia porque te gustaría estar ahí, pero también de alegría porque es el premio de cada uno”, confiesa.

DE PALMA A ZARAGOZA
Para Sergi no fue un trauma salir de casa, sabía lo que quería y dónde encontrarlo. “Fue una de las decisiones más fáciles que he tomado. No todos los clubes te pueden aportar lo que uno desea: un piso donde vivir cómodo y eso me ha ayudado, ha sido como estar en casa”, si bien reconoce la dificultad de vivir fuera de su familia porque “hasta que no sales fuera de casa y tienes que buscarte la vida, hay cosas que no haces hasta entonces”, comenta el canterano, quien amplió su vinculación el año pasado con el CAI Zaragoza.

Un traslado que, de momento, no le permite conocer muy a fondo nueva ciudad: “No salgo mucho del entorno habitual. He visitado bastantes veces El Pilar y es muy bonito”, pese a que tampoco se olvida y reivindica la belleza de la catedral de Palma donde no se sufre el viento como aquí. “El cierzo pega por delante por detrás, y por todo. Suelo ir bastante tapado y nunca sabes en que esquina te va a pillar”, comenta entre sonrisas.

Pero como buen mallorquín, algo le falta. “Echo de menos el mar siempre. Me da sensación de libertad. Siempre que puedo, lo disfruto con mi familia porque me da mucha relajación, algo que no puedo tener aquí”, confiesa finalmente, antes de entrenar, coger los libros, hacer la maleta y volver a empezar en la cancha un día más.