BASKETZARAGOZA.NET Era una noche para soñar, creer y, ante todo, apoyar al equipo. El CAI Zaragoza jugaba lejos de su casa, más de 800 kilómetros le separaban del Príncipe Felipe, pero no de su afición. La 'marea roja' cumplió la pasada campaña en Vitoria y este año no iba a ser menos. El destino: Málaga. Con la misma ilusión los aficionados caístas se desplazaron hasta la ciudad andaluza para acompañar a su equipo con la esperanza de poder ver el pase a la semifinal de la Copa del Rey. Y así fue. Si en el norte no hubo suerte, en el sur el CAI Zaragoza y su afición han roto otra barrera. El sueño continúa.

Los de José Luis Abós respondieron en la pista y ellos, en la grada lo que supuso una combinación perfecta para que los rojillos vencieran a Unicaja, el anfitrión. El CAI Zaragoza ya sabía lo que era jugar y ganar esta temporada a los malagueños y ayer, en un Martín Carpena lleno en el que solo se respiraba baloncesto, lo volvió a hacer y su 'marea roja' alzó su voz celebrando cada uno de los 79 puntos anotados. La expedición del CAI Zaragoza se sintió como en su casa durante el encuentro gracias a los cánticos, camisetas bufandas y banderas de Aragón que lucieron en el pabellón malagueño al grito del ya habitual "Zaragoza nunca se rinde".

Desde los más pequeños de la casa hasta los más veteranos, además de diferentes peñas e instituciones vibraron en la gran fiesta del baloncesto español. Nadie quería perderse esta cita en la que está en juego el primer título de la temporada. Fue una noche de tensión y, sobre todo, nerviosismo. Las uñas no daban a basto y cada canasta, cada tiro libre, se celebraba como si fuera el último. El cuarto triple de Rudez encendía y enfervorecia a la incansable afición rojilla al tiempo que acallaba definitivamente a los seguidores malagueños,

Y tras consumarse el triunfo que escribía una nueva página en la historia del CAI Zaragoza, la explosión de júbilo. La felicidad y la emoción zaragozana resonaban por los cuatro costados del Martín Carpena en forma de cánticos, canciones de guerra, abrazos y felicitaciones. Un hito más, una barrera menos y un sueño que continúa. El epílogo perfecto a un partido para la historia.