El partido de Carmela

BASKETZARAGOZA.NET Carmela Mondéjar sería una integrante más de los miles de aficionados de la ‘marea roja’ que han vivido casi tres meses sin el baloncesto de su equipo, si no fuese porque durante este largo y tenso tiempo ha ganado una gran final, en el que ha sido el partido de su vida contra el virus que mantiene en jaque a todo el planeta.

 

 

 Con 53 días, Carmela es quizá la paciente que más días ha permanecido ingresada en la UCI del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. De ellos, cuarenta estuvo sedada y, por tanto, ajena a la pandemia que ha vivido Zaragoza, Aragón, España y el mundo entero. Nunca fue consciente de que engrosaba desde su ingreso el 11 de marzo las listas de afectados por la pandemia del COVID-19. Su marido Santiago del Val, también abonado de Casademont Zaragoza, ha vivido con preocupación, incertidumbre, tristeza, temor y, finalmente alegría, esos casi tres meses en que se paralizó su vida, como la de otros tantos familiares afectados por la enfermedad. El factor diferencial, la fortaleza de Carmela a sus 66 años.

 

 Ante tal situación, Casademont Zaragoza, su club de baloncesto, no quiso olvidar a una integrante que es embajadora de la fuerza, del coraje, de la fe y las ganas de luchar. Por eso, tenía que ser el capitán, Carlos Alocén, a quien admira y aplaude tantas jornadas en el pabellón Príncipe Felipe, quien le hiciera llegar un mensaje hasta su habitación. El ‘12’ rojillo le hizo llegar a Santiago, cooperador imprescindible en esta bonita y noble causa, unas palabras de ánimo y empuje; esos mismos deseos que Carmela, desde el anonimato y la multitud del graderío, le ha mandado en tantas ocasiones como abonada y fiel seguidora del equipo.

 

 Carmela tuvo que visionar varias veces el mensaje. “¡Hasta que me lo aprenda!”, exclamaba tras darle al 'play' tantas veces como fuera necesario. Sorpresa y estupor. “Qué ilusión, me ha emocionado. Es lo que menos me podía imaginar. ¿Cómo sabía que he estado malita? Es que me nombra a mí...”, confirmaba a decir en otro ejercicio de perplejidad. La misma con la que ha convivido estos días para tomar conciencia de la realidad y averiguar quién le ha robado el mes de abril, más de medio marzo y buena parte de mayo. Sea como fuera, Carmela sueña con otro encuentro: “El próximo partido que tengamos tenemos que ir a verlo para decirle que soy yo a quien le mandó el vídeo. Me encantaría conocerlo en persona y darle las gracias”, confiesa ya en plena recuperación. Sin embargo, lo que ya ha obtenido Carmela es el mejor título, ese que no se guarda en una vitrina ni se celebra en un bus descapotable. Ha ganado el partido de su vida y ese número 53 será ya parte de su existencia y un dorsal que querría retirar. O recordar.